El millor dels mons | ||
El mejor de los mundos · Die beste aller Welten · Le meilleur des mondes · Il migliore dei mondi | ||
"Monzó es un cuentista magistral, de esos que lo hacen a uno recordar lo escaso y lo maravilloso que es un buen cuento (como eran buenos los cuentos de Cortázar, o como son buenos los cuentos neuróticos de Julie Hecht). Y hay que leerlo, claro, por eso y porque es un escritor excepcional en el hecho de que nos recuerda a cada frase que lo peor de nosotros no son los demás sino nosotros mismos." Margarita Valencia, Cambio 59, Bogotá |
Mundo cruelEs necesario poseer un enorme talento para obtener el resultado que Quim Monzó (Barcelona, 1952) alcanza con su literatura: arrastrar al lector de la primera a la última página de sus libros, haciéndole creer que está leyendo sin ningún esfuerzo una historia escrita en su mismo lenguaje, pero sin halagarle, sin caer, jamás, en la tentación de hacerle sentirse ufano por entrar en el texto que le propone. Indudablemente, hay que tener un dominio absoluto del género para lograrlo, y Monzó demuestra tenerlo. Como los grandes maestros del relato, Monzó atina en hacer entrar al lector en un mundo conocido, familiar, para hacerle descubrir algo que, antes, no sabía; algo, por lo general, desconcertante, ya sea atroz (como los cuentos titulados "Mi hermano", cuyo protagonista carga a diario con el trabajo de vestir y mover el cadáver de su hermano para que los padres no adviertan su muerte ni acusen tan penosa pérdida, y "La vida perdurable", donde se narra los avatares de familia cuyos miembros van sucumbiendo al cáncer) o brutal ("El accidente", en el que un hombre es bestialmente linchado, masacrado, tras un accidente de coche, por viandantes aparentemente civilizados que, de pronto, descargan en él toda la agresividad de su condición animal) o insospechado (el devastador efecto capaz de provocar determinados usos del lenguaje, en "Mamá") o cruel ("El niño que tenía que morir", visión desmitificadora de la dulce infancia). A partir de una descripción exacta, minuciosa, de elementos y hechos de la vida cotidiana, Monzó va penetrando en una realidad que, aparentemente anodina, se revela fuente de los mayores sinsentidos o, en algunos casos, de sinsabores irremediablemente ligados a la naturaleza humana, deslizándose, con una facilidad pasmosa, hasta profundidades vertiginosas. Con un dominio magistral de los contrastes entre las zonas oscuras, casi negras de la existencia y el conmovedor apego a la vida, sus criaturas, la mayoría de las veces presentadas como de lo más común, se van revelando protagonistas abocados a destinos terribles, vividos en absoluta soledad. Con una fuerte carga de humor excelentemente dosificado, que en ocasiones mueve a la risa y otras a la amarga sonrisa, Monzó convierte la realidad cotidiana de sus personajes en un ámbito más peligroso, incierto, inseguro, amenazante y desconocido que la delirante irrealidad.Los siete cuentos de la primera parte de El mejor de los mundos y los seis de la tercera y última están separados por una nouvelle que es una verdadera pieza maestra: "Ante el rey de Suecia". Su protagonista, un poeta catalán que vive pendiente de recibir el premio Nobel, es una creación absolutamente magistral. Amargós, el poeta protagonista de esta historia, pertenece a la naturaleza literaria del profesor Klein, el genial protagonista de Auto de fe, de Elias Canetti, aunque "Ante el rey de Suecia" no guarda ninguna relación argumental con dicha novela. Los avatares que alteran la neuróticamente metódica vida diaria de Amargós (obsesivo, rígido e inflexible, orgulloso de su estricto proceder y de su altiva soledad) al cambiar de piso para ir a vivir a un edificio habitado por una suerte de secta de seres dotados de escasa estatura, que le impiden instalar un fregadero situado a una altura superior a la medida estándar, resultan brillantemente hilarantes. Con este volumen de relatos, Quim Monzó satisface a quienes le tenían ya por uno de los mejores cultivadores del género no sólo en el ámbito peninsular, sino en el de las distintas literaturas hispánicas.Ana María Moix, EL PAÍS, Madrid: L'humanité
phalloïde : El Monzó más duroUno de los cuentos de El millor dels mons, el último libro de Quim Monzó, lleva por título "Vacances d'estiu" y es la historia de un niño que nace muerto. Es viernes, casi mediodía. El médico le pide al padre que lleve el feto al laboratorio para que puedan realizar la autopsia de inmediato. Le alarga una bolsa de El Corte Inglés. Pero en el hospital Clínic no aceptan el ingreso, y el protagonista pasa el fin de semana con el niño en casa, en la nevera.El lunes, de camino hacia al laboratorio, se desvía hacia la calle en la que pasó su infancia y sin darse cuenta le empieza a contar al hijo cómo era su casa, le enseña el club de natación donde empezó a nadar y el bar donde aprendió a jugar al millón. Es un cuento brutal, que admite múltiples lecturas. El niño que va en la bolsa, ¿es su hijo o la infancia perdida, el recuerdo de la ciudad que ya no existe?El millor dels mons supone el retorno a Barcelona y una reivindicación de la memoria de la ciudad, de los paisajes del pasado, que asoman por primera vez en la obra de Monzó. "Para mí, el recorrido de ‘Vacances d'estiu’ es clarísimo: es Sants, la calle donde yo vivía. El señor del colmado había guardado unos cromos de la época de la República y nos los daba a los chicos. El bar donde íbamos a ver la tele, que después fue una imprenta..." También los objetos concentran una fuerte carga emotiva: la caja donde el padre esconde los ejemplares de Paris-Hollywood, el juego de basket deseado, el diccionario Rancés donde el protagonista de "La mamà" busca el significado de las palabras obscenas, la barra de latón niquelada del metro de la línea 1, que se desconchaba...Este retorno a los escenarios de la infancia se anunciaba ya en algunos cuentos de Guadalajara (1996). En "La força centrípeta", el protagonista, que no puede salir de casa, rompe finalmente el cerco, surca el laberinto y aparece frente al antiguo bar Els Pescadors (que no se menciona en el texto). "Era un lugar donde mi padre me llevaba siempre. Íbamos a Poblenou y me enseñaba el árbol torcido de la plaza Prim, donde jugaba cuando era niño. Y a mí me impresionaba mucho que un hombre mayor hubiera sido niño y hubiera estado jugando sobre aquel árbol que todavía estaba allí." En el cuento, el viaje representa un retorno a un lugar íntimo. Pero el personaje llega a la plaza siguiendo un coche fúnebre. Es decir: el pasado ya no es recuperable. Algo parecido sucede en El millor dels mons, donde la metáfora del muerto vivo aparece repetidamente (a propósito de la muerte súbita del hermano, de la reiteración de casos de cáncer, del niño sentenciado por una enfermedad incurable).Con Uf, va dir ell (1978) y Olivetti, Moulinex, Chafouteaux et Maury (1980), Quim Monzó (Barcelona, 1952) encarnó el arquetipo del narrador urbano. Sus cuentos transcurrían en el bar London y en el Baviera, en el Tibidabo y en la calle Balmes, que uno de sus personajes recorría contra dirección de madrugada.A mediados de los ochenta se produjo un distanciamiento. A raíz de un célebre artículo de Félix de Azúa, muchos consideraban que Barcelona era el "Titanic". Cuando empezó a escribir L'illa de Maians (1987), Monzó pensaba titularlo, a modo de reivindicación, Barcelona. "Empecé a detectar que se estaba produciendo un cambio y pensé que el libro quedaría atrapado en esa onda. Entonces encontré por azar un nombre que correspondía a una parte de Barcelona inexistente (una isla frente al barrio de la Ribera que desapareció al ganar terreno al mar para construir la Barceloneta). De manera que el libro trata de Barcelona sin hablar de ella, con nombres de lugares inexistentes, calles desaparecidas, de una tienda..." Ahora las referencias vuelven a ser concretas: la Diagonal, la calle Entença, el teatrillo del Turó Park, el taxidermista de la plaza Reial, la Rambla con sus estatuas humanas. A pesar de ello, algunos de los cuentos de El millor dels mons responden a una elaborada construcción. Como narrador, Quim Monzó hace y deshace a su antojo. "A veces hay trampa. Imaginas el bar donde transcurre determinada acción. Pero entonces, cuando salen de aquel bar, la calle no es la calle del bar sino otra. Hay un efecto de montaje, como en las películas y en los sueños."Sus detractores le encuentran frío y le censuran su distanciamiento. Sin embargo, en todo lo que ha escrito hay un fuerte componente autobiográfico. Muchos de los personajes son trasposiciones del propio autor en diversos momentos de su vida: el obsesivo, el trascendental, el angustiado, el pesimista.El creador del Gran Magic Circus, Jérôme Savary, captó perfectamente esta faceta de su personalidad. Monzó había escrito el texto del montaje teatral "El tango de don Joan". Savary quería que encarnara al personaje del seductor sobre el escenario. "Savary buscaba un tipo muy bestia, y los actores que encontraba por aquí no le funcionaban. Le gustaban mucho mis tics y daba unas grandes teóricas sobre el tema, para demostrar que los tics eran una argucia para demostrar que tenía una rica vida interior y seducir a las chicas. ‘Monzó tiene una vida interior tan rica que no puede evitar las convulsiones en la cara’ —decía—. Savary se había pasado la vida actuando. Me veía moviéndome todo el rato y pensaba que por fuerza tenía que estar fingiendo."El papel fue para otro, pero Monzó triunfaría posteriormente en sus apariciones en la televisión.Obsesión por el NobelPasamos al despacho y me deja husmear entre los papeles que utilizó para documentar la novela corta "Davant del rei de Suècia", que ocupa más de cien de páginas de El millor dels mons. La carpeta lleva escrito en las guardas el antiguo título: "Els imbècils". Hace unos meses corrió la broma de que el protagonista se parecía a Pere Gimferrer. "Por eso pensé en ambientar ‘Davant del rei de Suècia’ en Malta: es un maltés que quiere ganar el Nobel. Una sociedad como la catalana, un poco más próspera y culturalmente más elevada." Al final, la historia transcurre en una Barcelona algo irreal. El poeta empieza viviendo en Bertrand i Serra y acaba por la plaza de Santa Madrona. Es calvo y lleva un bigote retorcido a lo Makaroff.Entre los papeles de la carpeta veo el dibujo de una casa, sacado de un anuncio de pisos. "Me lo fotocopié para tenerlo delante y en cada ventana iba colocando a los personajes. La casa no es exactamente la del libro: aquella tiene ‘mansardas’, aquí hay balcones hondos... Pero me servía para tener una imagen." No es la primera vez que Monzó utiliza un recurso de este tipo. "He trabajado muchas veces con fotos. La protagonista de Benzina era una modelo que luego fue ‘La mujer de rojo’ en la película. Yo la tenía en un anuncio de ropa interior que había sacado de una revista. Cuando describía la boca... me fijaba en la foto. Y los personajes masculinos también eran de anuncios..."De la carpeta salen un prospecto de ergonomía (la altura de los fregaderos tiene gran importancia para el desarrollo de la trama), algunas noticias de La Repubblica y The Guardian sobre las hormonas y el crecimiento. Casi todos los artículos llevan fecha de 1995. Veo un titular escandaloso: "Parad el aumento de estatura" (si la población mundial no para de crecer pronto faltarán alimentos y recursos, se alarma el cronista). Hay una doble página de Noticias del Mundo (aquel semanario de noticias increíbles y fotografías retocadas con Fotoshop), con un tipo que desde 1983 parece haber perdido varios palmos, y una foto de Torrebruno (en el relato, a Amargós le recortan trenta y cuatro centímetros, al parecer mediante una operación quirúrgica). Hay montones de prospectos y artículos relativos al premio Nobel, entre ellos el discurso de Octavio Paz y el mapa de Estocolmo, que aparecen citados en el relato.Entre los materiales de la carpeta veo también un listado de frases acarameladas de autores contemporáneos que Monzó pensaba incorporar al texto. El protagonista cultiva una literatura adornada: estos ripios eran la materia prima de sus intervenciones en verso y prosa. A diferencia de lo que pasaba en La magnitud de la tragèdia, donde se podían reconocer los diversos materiales en un conglomerado, en "Davant del rei de Suècia" se encuentran perfectamente integrados.Sin urgencias comercialesMonzó entiende la literatura al margen de las urgencias comerciales. "Yo no tengo ninguna obligación de escribir un libro. Podría no escribir ningún libro más o no haber escrito los dos o tres últimos." Por eso da tanta importancia a las vivencias personales. "Lo que haces es escribir cuando realmente te sale de dentro, cuando hay tanta sangre que cortas y sale a chorro. Escribes porque no puedes evitarlo."Le comento que El millor dels mons contiene historias e imágenes muy fuertes: el padre que tiene el feto del hijo en la nevera todo el fin de semana, la descripción de la horda sanguinaria sacándole los ojos a un tipo. "La vida perdurable" bromea con la actual epidemia de cáncer. "Desde Uf, va dir ell ha habido una evolución de carácter brutal. En aquella época era joven, feliz, no tenía responsabilidades. Me pasa también con los artículos. Los primeros artículos eran muy militantes. Después llega el desengaño, el descubrimiento de que todo es una farsa, que todo es una mentira. Es una evolución necesaria."Julià Guillamon, LA VANGUARDIA, Barcelona:
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